lunes, 22 de octubre de 2007


LA ROSA DEGOLLADA
Por: Guadalupe Franco*
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La literatura, objeto acendrado; portador de los más excitantes perfumes de la vida, las pérfidas tragedias de los corazones desdeñados de aquellas musas inspiradoras de las más controversiales novelas “he pensado tanto con el corazón que ahora creo que mi corazón tiene basura en mi cerebro”.

Tuvieron lugar la literatura de Carolina Sanín de Bogota y la colombiana Ana María Jaramillo dentro de la Séptima Feria del libro en el Zócalo de la cuidad de México 2007 quienes con dotes feministas expusieron dos de sus obras literarias dentro de la mesa redonda “El bendito vicio de escribir”, ese vicio que causa el delirio que se resiste a morir que yace viviendo en la tortura del ser; que se traslada con locura y destreza para tragarte cada momento, que muere con la voz perdida en cualquier rincón de nuestra mente que desatan tan voraz sed de continuar cada idea, cada palabra sujeta a la historia retumbante de la imaginación; ilusiones ópticas provocan un extraño éxtasis del canto confiado a cada personaje que se vuelve magia hipnotizante.

Ambas escritoras expresaron que la participación de este género femenino en la literatura, se había visto opacada por la ideología que prevalecía en el mundo contemporáneo; aquellas tablas que seguían la ataña melodía de circuitos cerrados en la mente de los hombres quienes aún no asocian un significado para llamar colaboradoras a las mujeres dentro de los grupos de escritores.

Virtudes desencantadas que deslizan los pétalos de la rosa degollada por los ímpetus de desaire de aquel quien dice ser el creador de la magia, en esta conferencia Ana María Jaramillo planteó su sátira en contra de los escritores con un toque irónico de la participación del hombre en otras actividades como el sexo “ dicen que leer es mejor que el sexo” pues en ella encontrarás la palabra como seductora de sueños que aumenta el líbido de forma natural…de forma mental, abren orificios en donde penetra los más frágiles encantos desterrados de la vida cotidiana, nutren las atmósferas que despiertan los olores más fétidos inequívocos de la razón.

Con pequeñas narraciones de las autoras, brotaron las pasiones de esas noches unívocas llenas de soledad que matan el alma, intimidan el cuerpo y destrozan cada pedazo de piel húmeda que desborda los más puros néctares de la vida perturbada de la diva que añora en lo alto de la torre, el hombre salvador de la nada. La mezcla fructuosa entre lo natural, la ficción y la sexualidad de la autora representaba cada palabra que narraba el cuento que llevaba por título “El cuchillo” integrado dentro del contenido del libro “Crímenes domésticos” con el que recibió en 1994 el Premio Nacional de Cuento otorgado por Colcultura en Bogotá, Colombia, el relato arrancaba cada párrafo voluptuoso de la sensualidad de la autora con un toque onírico mezclado con violencia, al terminar su narración el público se encontraba perturbado por el carácter de la literatura, algunos trastornados, sonrojados de aquellas palabras cautivas que excitaban hasta el más puritano público.

La siguió Carolina Sanín, leyendo un capitulo de su libro “Todo en otra parte”, con una pequeña porción de placer en las cálidas páginas de aquel ejemplar, narraba así el goce en la cabina de radio propiciadas por el personaje llamado Carlota y sus aventuras con una pareja, la imaginación incontrolable, bizarra de la escritora mezcla situaciones cotidianas, que transportan a un espacio provocativo.

Las escritoras concluyeron que en la literatura, proliferan las obras de mujeres pero, éstas son incapaces de llegar al público en general, debido al término que remite la literatura femenina ya que; para la mayoría de las personas esto significa cursilería barata especificaron, que existen novelas que tienen un nuevo sentido y abarcan más allá de los tradicionalismos que encapsulan el trabajo literario de la mujer.

“Las musas poseemos la noche, la eternidad personal, somos la exquisita forma narrativa del sueño, la hermosa sensación de ficción y horror, somos los demonios de la noche, somos la amante que inspira la alucinante realidad” (Guadalupe Franco).